Por David Uriarte /

Aun no se sabe si la cuota de género de los partidos que busquen gobernar la capital de Sinaloa se incline por una presidenta municipal. Si es mujer o es hombre, las características seguirán siendo las mismas en tanto, todas las elecciones se ganan con votos, el triunfo se legitima con una proporción mayor; así de sencillo.

La primera condición de quien gobierne Culiacán en el 2024 es la mayoría aritmética, uno, mil, diez mil o treinta mil, no importa la cantidad, lo que importa es que la proporción de votos sea mayor que la competencia.

Para consolidar el triunfo, los y las candidatas deberán partir de la simpatía del Gobernador en el caso del partido en el poder, y de la simpatía de los líderes partidistas en el caso de la oposición. Otro factor decisivo será el antecedente del trabajo en tierra, es decir, que tanto conoce el territorio, y que tan conocido o conocida es en las 500 colonias de Culiacán.

El plan de trabajo será la bandera que enarbolen todos los aspirantes, en ese tema, quien les lleva ventaja es el actual Presidente Municipal, se puede considerar que ya lleva dos años en campaña… y en caso de estar en las boletas electorales, casi todos los temas los conoce, por lo menos no será un desconocido en las sindicaturas, sin embargo, donde los van a ‘atorar’ a todos, será en el tema de la seguridad pública.

Si el Gobernador decide direccionar al actual Presidente Municipal de Culiacán a una diputación o una secretaría, el o la candidata de Morena tendrá que estar trabajando desde ya. No todo es la ‘bendición’ del gobernador o de los liderazgos locales y nacionales… la voluntad de los jefes es buena, pero quienes deciden el rumbo político en la democracia son los votantes, a ellos son los que hay que convencer para sumar simpatías que se transformen en votos.

La sociedad responderá en las urnas después de analizar muchas opciones y comparar el trabajo previo del actual Presidente Municipal, con las promesas de campaña de todos los aspirantes.

Serán dos campañas, una por conservar el poder del partido en el poder, y otra por desprestigiar el desempeño del actual gobierno, ofreciendo modelos de atención a los problemas añejos que nadie ha podido controlar, especialmente lo relativo a la seguridad pública, la movilidad, y los servicios públicos municipales.