Por David Uriarte

No es posible decir con certeza los nombres de los perdedores porque en automático estaríamos diciendo el nombre de los ganadores para todas las posiciones derivadas de las elecciones en Sinaloa, sin embargo, sí es posible hacer un análisis derivado de las evidencias lógicas y del sentido común.

Habrá dos tipos de perdedores: algunos candidatos y algunos ciudadanos. Algunos candidatos, porque las votaciones se ganan con votos no con anuncios espectaculares o discursos incendiarios; y algunos ciudadanos, porque no todos los candidatos ganadores cumplirán sus promesas o cumplirán las expectativas de sus simpatizantes que los llevaron al triunfo.

Las pasiones arrasarán con las razones de muchos, otros tantos se abstendrán de participar por no comprometerse ni con ellos mismos, otros invertirán hasta la camiseta creyendo en el proyecto de su candidato o candidata.

Por primera vez los grupos minoritarios tendrán un espacio en la oportunidad real, es decir, aparecerán en la lista de candidatos, habrá muchas consideraciones que se van a reducir en dos: la experiencia y las caras nuevas.

Los candidatos con experiencia legislativa o de gobierno, tanto los que se quieren reelegir como los que ya tuvieron puestos en otras administraciones, tienen parte del viento a su favor, pero pueden tener un tornado en contra; depende de su desempeño previo.

Las caras nuevas van desde las promesas ciudadanas hasta las ingenuidades inusitadas, hay ciudadanos con sed de servir -lo traen en sus genes-, otros quieren cumplir un sueño de poder político, otros siguen creyendo que todo es cuestión de suerte… En fin, los pensamientos se vuelven el camino por donde transitan los pasos.

Si la suma de los espacios son cien y los candidatos mil, nueve de cada diez candidatos quedarán en el camino, llenos de frustraciones, deudas, amistades fracturadas, compromisos no cumplidos, familias disgregadas y -eventualmente- exhibidos como delincuentes fabricados por la mafia del poder, que no permitirán el avance de las promesas jóvenes en la política. La fantasía y la ilusión pueden meter a muchos en un callejón sin salida, piénsenlo.