Por David Uriarte /

Encontré que injuria es la imputación de hechos o la manifestación de opiniones que lesionen la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.

Esto es lo que está sucediendo con algunos contendientes que buscan llegar al poder político, los candidatos, los líderes de partidos, los líderes naturales, los simpatizantes, los fanáticos, aquellos radicales prófugos de la prudencia que no necesariamente de la verdad, quieren construir vínculos de confianza entre candidatos y electores, usan la injuria como herramienta sin pensar que se les puede revertir el objetivo.

Los votantes no son menores de edad, son ciudadanos con derechos civiles, al elegir construyen su propio destino social, es decir, el voto es instrumento de la democracia, el voto es la hipoteca del destino familiar y social.

La mayoría elije a sus gobernantes y sus representantes, la elección no se hace con difamaciones o alabanzas, se eligen con la conciencia, la voluntad y la libertad en las urnas.

Los estrategas que piensan o creen en campañas de odio, difamación, o desprestigio en contra de sus contendientes o adversarios políticos, muestran su estatura y raíz como personas, su esencia humana, los alcances de sus vasos comunicantes subrepticios y la densidad de su honestidad y respeto a las diferencias.

Aquellos candidatos y estrategas que aplican el paradigma de que –en el amor y la guerra todo de vale-, se les olvida que las campañas electorales no son guerras y tampoco concurso de amores, es la oferta política de los partidos a la sociedad; una cosa es vender las virtudes de los candidatos y otra cosa es vender difamación e injurias en contra de los adversarios. Esta estrategia de alguna manera vende también el miedo a la competencia, del tamaño de las injurias y las difamaciones es el tamaño del miedo a perder.

Los deportistas basan su triunfo en sus habilidades físicas y mentales, no en el desprestigio de los competidores; los aspirantes a gobernar o representar a la sociedad en alguna cámara, deben basar su triunfo en sus habilidades para servir a la sociedad que los elige, en la confianza que proyectan, no en su capacidad para ponerle zancadilla a su competencia.

Poco a poco se han incrementado las manifestaciones de desprestigio entre algunos candidatos, las campañas de injurias sólo revelan lo que será un Gobierno o un Congreso.