Por David Uriarte /
El que no tiene hijos, no batalla con ellos, el que no tiene empleo no batalla con el patrón, y el que no tiene poder no se expone a que se lo quiten.
Esto es lo que pasa en las campañas de desprestigio, si el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, estuviera en su casa descansando o sin ninguna representación o encargo, no estuviera en el ojo del huracán siendo blanco de ataques y demandas.
Si el hermano del Presidente, Pío Lorenzo López Obrador, se mantuviera al margen de actividades inherentes al proyecto político de MORENA, no sería objeto de señalamientos, acusaciones y campaña de desprestigio a él y su familia, especialmente a su hermano el presidente.
Si el gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, hubiera asumido una postura diferente cuando lo cuestionaron por la sequía que vive su estado, se hubiera evitado la lluvia de críticas sociales y políticas.
Las campañas de desprestigio político sólo se dan en el contexto de la competencia, la revancha, o el resentimiento por logros alcanzados, ¿Qué le quitas al que no tiene?
Los que han construido una ruta de éxito político, han construido también su ‘talón de Aquiles’, su lado vulnerable, la competencia buscará con microscopio por donde se puede penetrar la barrera de logros para derrumbarla.
Sin duda en este mes, la campaña de desprestigio más contundente es la del presidente nacional del PRI, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, a pesar de contar con un lugar y una representación como diputado federal, el recinto parlamentario ya no es suficiente para contener la ola de ataques en su contra.
La expresión de poder del ejecutivo a través de la Fiscalía de Campeche exhibió la doble intención en sus actos, por un lado, el cumplimiento de la ley en los supuestos que se le imputan a Moreno Cárdenas, y, por otra parte, el dolo de alguien con poder suficiente para cobrar deudas políticas, la intimidación y el enfrentamiento de la gobernadora Layda Sansores San Román.
Gobernadora de Campeche, va más allá de un programa informativo de su gobierno, cumple con una función mediática que, en este caso, expone parte de la vida operativa del líder nacional del PRI.
Rumbo a la Presidencia de la República, senadurías, diputaciones federales y locales, o presidencias municipales, las campañas de desprestigio cumplen una función: debilitar a muchos competidores.