Por David Uriarte /
Quien podría imaginar que la basura, los desechos, y todo aquello que por su inutilidad se prescinde de ello, sería motivo de pleitos, discordias, presiones, plantones, y provocaciones al gobierno municipal.
Una cosa es la política, y otra cosa es la manipulación de las voluntades con fines o motivaciones perversas, tendenciosas o de plano políticas.
Cuando la autoridad violenta las normas impuestas por ella misma, existen instancias para dirimir las diferencias. Sin embargo, cuando lejos de existir violación de la norma lo que hay es desacato a las mismas o exigencias basadas en usos y costumbres al margen de la ley, entonces se presume que subyacen otros tipos de intereses, que eventualmente pueden ser capitalizados por grupos o personas con intereses diferentes al servicio público.
En la ciudad de México existen miles de “pepenadores” agrupados u organizados en sindicatos, cuya función es la explotación y comercialización de los desperdicios y desechos domésticos, comerciales o industriales.
En Culiacán también han existido desde el siglo pasado las personas dedicadas a la comercialización de los desechos cuya clasificación va desde el cartón y papel, vidrio, metales, madera, y todo tipo de objetos comercializables.
Sin embargo, el tema va más allá de la venta y comercialización de la basura, también se asocia con las adiciones al convertirse en un reducto cerrado donde nadie o casi nadie, quiere visitar por las características propias de un depósito de basura, que a su vez es un lugar donde los adictos piensan no serán molestados.
Tema aparte de la comercialización de la basura y las adicciones, es el relativo al crimen organizado que pretende hacer del lugar un coto de poder y de los pepenadores una tropa a su servicio.
Algunos políticos hacen del tema una oportunidad de notoriedad, se vuelven los Robin Hood de los “desvalidos” y arremeten contra la autoridad en este caso municipal.
Es cierto que de alguna manera el gobierno municipal en el cumplimiento de su deber está pisando “callos”, está abriendo espacios de discusión y confrontación con acciones como la regulación de la disposición de la basura.
Quién iba pensar; basura y política.