Por David Uriarte /

A veces, una imagen revela una realidad que las palabras no pueden expresar, o la razón no puede entender o describir, aquí se cumple el principio “somos lo que hacemos, no lo que decimos”.

Mientras unos ven una bicicleta, otros ven una muchedumbre, otros ven sonrisas, otros una mezcla de juventud y madurez; otros ilusiones y deseos, en fin, cada quien ve lo que quiere ver, lo que necesita ver, o lo que no quiere ver.

Transitar por el camino de la oferta política requiere entre otras cosas, dos: unos ojos bien abiertos y unos reflejos muy activos; los ojos de la conciencia para entender la demanda, y los reflejos de la conducta para conocer la condición humana.

La política dadivosa es una práctica poco rentable que sólo alienta y promueve el síndrome de la garrapata, en cambio, la política participativa compromete a los agremiados, simpatizantes o militantes de cualquier partido político.

Detrás de la bicicleta puede haber de todo, sin embargo, planear, y sumarse en un recorrido que ejercita el músculo físico y mental, habla por lo menos de un compromiso con la salud.

De los “deportistas políticos” que se sumaron a la “bicicleteada” y sudaron la camiseta del Partido Sinaloense, hay caras conocidas, unos por el perfil académico, otros por su activismo en el PAS, y otros por su espíritu deportivo. Sin embargo, atrás de la bicicleta debe haber liderazgo, liderazgo de admiración, de credibilidad y de respeto.

Es obvia la estrategia de calentamiento del PAS, de alguna manera son los atisbos del inicio formal para el proceso del 2021. La diferencia entre la aglomeración deportiva consciente y una caravana de viudos del destino político, es la dignidad.

Dentro de poco tendremos un verdadero tianguis de oferta política de todos los colores, esto pondrá a prueba la memoria de los políticos con sus estrategias, y la memoria del electorado con sus intereses.

La rentabilidad política en México está claramente dividida entre la marca de los partidos, y la credibilidad de sus líderes. En los estados donde hay partidos locales, estos tendrán que intensificar el trabajo a fin de construir la derruida confianza que se perdió en el 2018. A veces lo que se ve no es, y lo que se espera, no se ve.