Por David Uriarte /
No hay forma de entender el dolor de parto si no se siente, no hay forma de entender el desespero del hombre cuando su próstata obstruye la salida de su orina, y no hay forma de entender la asfixia mortal de una persona infectada por coronavirus.
Escuchar la voz quejumbrosa del enfermo de COVID-19, es una experiencia traumática para los oídos del médico y sus familiares, es ver su desplazamiento inminente por el tobogán que conduce a la muerte, es ver como se apaga poco a poco la luz de la vida.
Entre la incredulidad, la ignorancia, el descuido y el resentimiento a la vida, muchas personas siguen desafiando a la muerte como suicidas inconscientes.
De todas las edades, pero principalmente hombres mayores de cincuenta años, poco a poco empiezan a saturar primero las salas de urgencias de los hospitales públicos y privados, después las camas de terapia intensiva, después son intubadas y horas o días después veladas y lloradas por sus deudos.
Hoy más que nunca de manera atípica suenan por la noche los teléfonos de los médicos, detrás de la línea un paciente con dificultad respiratoria o un familiar desesperado preguntando qué hacer con su familiar enfermo, a donde llevarlo, y si no hay lugar o no confía en los hospitales públicos, la pregunta siguiente es ¿Cuánto nos costará?
Entre la enfermedad, el miedo, y las estrecheces económicas, muchas familias acumulan tensión emocional y terminan haciendo todo, menos lo que deben de hacer.
Hay quienes están buscando un tanque de oxígeno, cuando lo que tienen que hacer es una tomografía de tórax; otros están atiborrados de medicamentos de dudosa procedencia cuya toxicidad los tiene debilitados… en fin, el desespero envuelto en ignorancia puede tener final fatal.
Por pacientes graves de COVID-19, he tenido que hablar con el Secretario de Salud en Sinaloa, la constante es la insuficiencia de camas en hospitales privados, esto, sobresatura los servicios de urgencias de los hospitales públicos, y aunque el doctor Efrén Encinas con sus buenas diligencias atiendas de inmediato las peticiones, los servicios de urgencias hospitalarias están asfixiados de pacientes con asfixia.