Por David Uriarte /

Hace 20 años Jesús Antonio Valdés Palazuelos levanto vuelo como secretario particular del Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, pasó por el congreso local y federal como diputado, hizo una escala en la Presidencia Municipal de Culiacán y aterrizó en la Presidencia del Comité Ejecutivo Estatal del PRI, y recogió sus maletas en la banda de la coordinación de campaña de Mario Zamora Gastélum como candidato perdedor a la gubernatura de Sinaloa.

Político de grandes vuelos, el conocido Chuy Valdés inspiró la motivación de muchos jóvenes que vieron en él un modelo a seguir, conoció todos los pasillos del PRI municipal, estatal y nacional… vivió y disfrutó las mieles del poder y también le toco vivir la caída estrepitosa de su partido y pagar el precio de la devaluación partidista.

Sin duda, los días más complicados en la vida política de Jesús Valdés, fueron aquellos donde hizo zanja de tanto ir y venir a la Ciudad de México para alinear los nombres y los intereses partidistas con los nombres y los intereses del primer priista de Sinaloa, Quirino Ordaz.

Poner y quitar nombres, se volvió práctica diaria en los días previos a los registros ante el órgano electoral, el trato del Presidente Nacional de su Partido, el famosos “Alito”, fue un trato privilegiado ante los medios y despectivo ante las oportunidades reales de que ocupara una posición en el Congreso federal: el número once en la lista de diputados plurinominales, fue la primera evidencia de la fortaleza de la amistad entre “Alito” y el Chuy Valdés… La parada final se la dio al cerrarle la llave del apoyo económico y dejarlo colgado con las deudas propias de un proceso electoral, incluso con la nómina de los trabajadores del PRI.

Cosa de autoestima, dignidad, hartazgo, o una mezcla de todo, hizo que Jesús Valdés dimitiera a su cargo para dedicarse a cosas más importantes: su salud y su familia.

Hoy el PRI no tiene dinero para cubrir su nómina, deben 12 millones de pesos de multas que les impuso el órgano electoral, no han liquidado a los empleados que corrieron, y viven un caos de credibilidad social y política.

Mientras tanto, el Chuy Valdés incursiona en la faceta de empresario.