Por David Uriarte

 

No son pocos los comentarios y análisis sobre lo que está pasando en el PRI estatal, unos piensan en un estado de ánimo deprimido a nivel nacional, otros en una debilidad en su impacto social, otros en un receso propio de la reestructura de cuadros e ideas. Sin embargo, es posible que todo sea producto de una estrategia de su dirigente estatal.

Por la parte institucional o, mejor dicho, en la relación que guarda el gobernador de Sinaloa con el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, las lecturas se reducen a dos: una fortaleza sana y discreta, o una distancia respetuosa, en el fondo irreconciliable.

La presencia del PRI en apoyo a las tareas y propuestas legislativas tuvo un relumbrón, salieron a la calle, hicieron calistenia, mostraron el músculo y se replegaron a su cuartel; hoy se ve una bancada tallando lápiz, aceitando la neurona y poniendo a prueba las habilidades de negociación.

El PRI municipal cuyas oficinas siguen estando donde mismo, muestra una conducta de repliegue, es decir, se alinea con las instrucciones de los jefes para mantener un perfil bajo.

A nadie debe sorprender que tanto los comités municipales como el estatal, estén trabajando en un megaproyecto político pretendiendo demostrar a los escépticos, incrédulos, denostadores, o contras, el resurgimiento de la identidad priista.

Las famosas fuerzas vivas, otrora el voto duro del PRI, parecen estar afónicas, dislálicas, disártricas, adoloridas o avergonzadas por el aplastante triunfo político de MORENA.

Ante la realidad y la percepción que son cosas distintas, los mexicanos estrenan régimen político, los sinaloenses no son la excepción y los capitalinos menos, por eso, algo se cocina en el PRI estatal.

Las posibles estrategias del PRI nacional y en consecuencia del estatal, deben estar fundadas en evidencias y no en ocurrencias, el presidente es un hombre muy bien informado, tiene la experiencia, aún le queda simpatía, sólo le falta recuperar la credibilidad y la confianza del electorado desencantado, del electorado que lo traicionó y del electorado incrédulo, porque sería mucho pedir la conquista del electorado arrepentido. El relanzamiento del PRI puede ser la sorpresa.

 

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