Por David Uriarte /

Lo que está pasando con el presidente Donald Trump en Estados Unidos, afecta a los indocumentados, cuya pobreza es la motivación para enfrentar las jornadas peligrosas cuando cruzaron la frontera, después, el trabajo difícil, cansado, cuya remuneración se presume en México como trofeo a la ineficiencia o incapacidad para crear empleos bien remunerados.

No sólo se afecta la clase trabajadora, también se afectan los ricos con las políticas públicas del presidente Trump. La proclama arancelaria del 25% al acero, pone en riesgo a todos los integrantes de la ecuación económica, incluyendo a los propios estadounidenses.

Los productos finales encarecidos, afectan al consumidor final que es la clase media, los pobres también se afectan porque los costos del transporte público se verán afectados, el transporte de mercancías, en fin, todo aquello que use vehículos o componentes donde el acero es la materia prima, repercutirá su costo al consumidor incluyendo ricos y pobres, con esto la escalada inflacionaria golpeará como siempre, al que menos tiene.

No se trata de rabietas, se trata de negocios, y para eso el presidente Trump se pinta solo, el espíritu político de Trump está muy reducido frente al espíritu negociador, Trump ve su presidencia como la gerencia o la dirección general de una empresa que se llama Estados Unidos.

Los conflictos bélicos le interesan por las ventas que representan el material y equipo táctico a las naciones en conflicto, la mentalidad capitalista pone en primer término el dinero como objetivo y sentido de vida, el bienestar es lo de menos, y la equidad en los ingresos es un concepto devaluado.

Países como México, tendrán que aprender a vivir estos próximos cuatro años, bajo la amenaza constante de una mente más que perversa, azuzada por intereses capitalistas, los pobres tendrán asumir su pobreza como producto de la estrategia política y financiera del país que sigue mandando en el mundo.

Los ricos, tendrán que prepararse para consolidar su riqueza o cambiar de estatus, o se suman a la barbarie arancelaria y sus consecuencias, o cambian de giro comercial, cuyo destino los puede mover del rango de ricos.

Mientras los encargados de las políticas públicas de cada país afectado se preparan para convencer a sus gobernados, los gobernados se preparan para recibir más pobres en su comunidad.