Por David Uriarte

Si todo sucede como lo acordó Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, más conocido como “Alito”, estará pisando tierras sinaloenses este próximo miércoles 14 de abril. En 48 horas estarán los priistas viviendo tres cosas: regaño, reconocimiento, o rencores.

Casualmente las tres posibilidades empiezan con la letra ‘R’; el líder nacional del tricolor puede venir de entrada por salida a regañar a los operadores de la campaña de Mario Zamora por los resultados obtenidos, es posible que quiera más: más empuje, más presencia, más resultados.

Si es cierto lo que dicen los operadores, entonces el líder del PRI vendrá a reconocer el trabajo conjunto que están desarrollando las organizaciones satelitales del PRI, la coordinación de campaña y su coordinación de comunicación social.

La tercera posibilidad relativa al rencor, es la información que tiene o percibe “Alito” de los apoyos institucionales, recordemos la asociación de gobierno-partido- candidato en Sinaloa. Si fuere el caso, tendrán que aclararse dudas o malos entendidos entre lo que se puede y lo que se debe.

Hoy los procesos electorales no son los mismos que hace 20 años, hoy están supervisados, auditados y observados por organismos autónomos y por mecanismos derivados del acceso a la información pública. La transparencia es una virtud de la democracia en los procesos administrativos y de gobierno, hoy los apoyos no pueden fluir como antes, todo está contabilizado, en determinado momento se pueden revertir los apoyos por más discretos que sean.

Alejandro Moreno puede vender un estado de ánimo eufórico a los medios, aunque en las reuniones privadas puede haber jalones de orejas y pisadas de callos. Si la gente de a pie se siente injustamente regañada, puede virar al rencor abandonando el piso de venta de un producto que no han podido colocar en el gusto de mucha gente.

Si la dinámica de la visita se da entre regaños y rencores, flaco favor le hará a la campaña de Mario Zamora, si se pierde en elogios, será una disonancia cognitiva. El silencio de los inocentes no garantiza el triunfo del candidato, la reingeniería de los procesos puede ser la ruta que mejore el destino.