Por David Uriarte

A la mitad de la jornada del régimen de López Obrador, hay evidentes claros y obscuros en su gobierno. Un día antes de su tercer informe anual, desbordo elogios para los titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, de Relaciones Exteriores, para la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la Secretaría de Salud y Bienestar, y todo su gabinete.

El presidente habló del impacto de la pandemia en la economía, del control del peso frente al dólar, de la recuperación paulatina de empleos y la economía, lo que no puede presumir el Presidente y no es cosa menor, son los índices de inseguridad en México.

Hay muchas, muchísimas acciones positivas que el gobierno de López Obrador ha generado en los primeros tres años de gobierno, otras tantas no han trascendido ni transitado el camino esperado.

La política exterior está en buenas manos a pesar de las condiciones adversas del país, el aumento en las remesas de los paisanos que viven y trabajan en Estados Unidos, habla bien y mal: bien porque se inyecta y fortalece la economía de México, mal porque eso indica la falta de empleos y oportunidades en nuestro país. Pensar que entre más dinero envían nuestros paisanos nuestro país está mejor, es como si pensáramos que entre más farmacias hay en México mejor esta nuestra salud.

Como reza el dicho, si haces 100 favores y uno no, te van a juzgar por uno que no hiciste, eso le puede pasar a nuestro Presidente, si casi todos los indicadores se modifican para bien de los mexicanos, el paso del Presidente será juzgado por los resultados en Salud, Economía y Seguridad principalmente.

Las muertes por la pandemia incluyendo la falta de medicamentos para los pacientes con cáncer, la pérdida de empleos y la baja en el poder adquisitivo incluyendo el aumento de pobres, y el aumento o la poca contención de los delitos en general -en especial los desaparecidos y los homicidios dolosos-, están dejando una marca en la conciencia social que difícilmente se podrá revertir.

Los enfermos, los pobres y las víctimas del delito, pueden ver que, a medio camino, las cosas en México han empeorado: otros dirán lo contrario.