Mucho se habla de la paz como un agente externo como la presencia de un algo que influye en el actuar del ser humano, sin embargo la paz es justamente lo contrario, emana de los seres humanos para hacerse tangible en un entorno armónico.
Según la definición de la Unesco Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. Ello implica un rechazo colectivo de la violencia.
La cultura de paz supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz.
Significa transformar los conflictos, prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz y la confianza en poblaciones que emergen de la guerra.
Retomando este concepto es necesario replantear nuestra escala de valores, renovar las virtudes que nos definen como seres humanos y reacomodar las prioridades en nuestras vidas, crecimiento y formación.
Los humanos somos seres sociales cuya interacción es básica para generar beneficios comunes, es sólo a través de los principios y valores que podemos crear sociedades sanas, que favorezcan la creación de una visión colectiva en favor de todos.
La igualdad, equidad e inclusión parten de la actitud en el hogar, en la escuela, el trabajo y todos los ámbitos sociales en los cuales nos desarrollamos.
La familia es el principal agente integrador de las actitudes que llevaremos hacia afuera. Si un ser humano es inoculado desde el inicio de su vida con una actitud, ofensiva, limitada y llena de prejuicios, difícilmente podrá llevar a sus otros ámbitos de acción una actitud distinta a lo que ha aprendido.
Los conceptos aprendidos en casa sólo se reproducen como una suerte de virus y de limitadas opiniones acerca del “otro”.
Habitamos este mundo, el mundo de pobres, ricos, blancos, amarillos, negros, somos un mundo que ha exaltado la globalización, el poder del dinero, el poder de las influencias, ¿porque no dar una vuelta de tuerca y empezar a pensar en un mundo completo, entero y que no conoce de limitaciones, por cuestiones de raza, sexo, religión o cualquier otro tópico limitador de la libertad humana?
Hoy tenemos una inmensa oportunidad para cambiar lo que otras generaciones decidieron que era lo correcto, desde casa y en la escuela podemos crear un vínculo, generar lazos tan fuertes que sean intensos e indestructibles, como el respeto, la ayuda mutua, la verdad y la inclusión.