Por David Uriarte /
Hoy es el pasado de mañana y el futuro de ayer. Hay quienes se esconden de la ley y la justicia, otros se esconden de sus acreedores, otros de familia, amigos o conocidos, esconderse resulta terapéutico para quienes siente culpa, miedo o vergüenza, las personas se pueden esconder casi de todo, menos de su pasado.
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, por este motivo, instituciones, organismos y colectivos, realizan una serie de actos con el único objetivo de visibilizar la importancia de la perspectiva degenero, la importancia de sacar de la normalidad la violencia de género, en fin, tratar de hacer más civilizados a los agresores y violentos.
Universidades, partidos políticos, y cámaras de diputados y senadores, han hecho espacios en sus agendas para incorporar discursos o posicionamientos relativos al día de la mujer, tal es el caso de la cámara de diputados federales, donde en una alegoría a la importancia de la mujer, se usó la tribuna para expresar posicionamientos cargados de ideología política, sin embargo, las emociones llegaron a los ojos y la garganta de los y las participantes, dejando fluir emociones y sentimientos.
Cuando se ve la actitud o se escucha el pronunciamiento de hombres y mujeres cuya severidad de sus planteamientos son inamovibles, se olvida o se desconoce lo que hay detrás de sus posturas y sus dichos.
La identidad es la proteína original del destino, la crianza marca para siempre a la persona, las figuras maternas y paternas estructuran pensamiento y actitud, de tal manera que, si una persona fue criada solo por su madre, sólo por su padre, sólo por sus tías, sólo por su abuela, o por su padre y su madre, tendrá marcas distintas en su vida, su expresión hacia las figuras de autoridad serán distintas.
Por eso, hay personas que omiten, esconden, o evitan el apellido de sus padres y engrandecen el de sus madres, otros, son todo lo contrario, exaltan y sobredimensionan con alegría el apellido del padre, esto no es cuestión menor, esto es una manifestación inconsciente del efecto de la crianza y sus marcas.
¿Alguna vez has escuchado a hombres o mujeres que siempre se identifican con su apellido materno, a pesar de ser el segundo apellido en casi todas las actas de nacimiento? Te suena Jorge Álvarez Máynez, o Gerardo Fernández Noroña.
A ellos les gusta más el apellido materno ¿Qué hay en su pasado?