Por David Uriarte /

La dinámica delictiva del siglo pasado fue diferente a la dinámica delictiva de hoy, y la de hoy será diferente a la de mañana, los famosos códigos de honor han cambiado, antes, la figura presidencial se respetaba, a las fuerzas armadas como la Secretaría de la Defensa Nacional y la Marina, no se les enfrentaban, a las autoridades o representantes religiosos, así como las mujeres y niños, se sacaban de la ecuación delictiva.

Juan Jesús Posadas Ocampo, obispo y cardenal católico mexicano, arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara, fue asesinado el 24 de mayo de 1993 en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en Jalisco, manos criminales se encargaron de ello.

La dinámica delictiva ha cambiado poco a poco, antes era imposible pensar o imaginar que la delincuencia o cualquier ciudadano molesto por lo que fuere, escupiera la cara de un elemento militar, que profiriera frases amenazantes o degradantes a su investidura como siervo de la nación, mucho menos que los desarmaran, o que por órdenes superiores se retiraran del cumplimiento de su deber.

La frase que marca un antes y un después en México, sin duda, es la de “abrazos y no balazos”, con esta sentencia, los delincuentes se atrevieron a mucho, traspasaron la línea entre lo legal y lo criminal, dejaron una estela de sangre entre las tropas castrenses.

La sofisticación y la tecnología también llegó al mundo criminal, espionaje y contraespionaje es una de las fortalezas del crimen organizado, su capacidad para comprar a las autoridades claves en el transporte y trasiego de drogas, la capacidad para sobornar a las autoridades cuando son detenidos, o los alcances para negociar con el poder judicial cuando su gente ya está recluida en los penales, la fuerza del dinero es tan parecida a la fuerza del plomo y la impunidad.

Actualmente, dejando de lado cualquier resquicio de civilidad o moralidad, la delincuencia dispara sin miramientos a familias completas con tal de obtener su objetivo: la eliminación de sus enemigos.

Casas incendiadas, vandalizadas, balaceadas, saqueadas, es el sello contemporáneo de la delincuencia organizada, levantones, torturas y asesinatos, completan el modelo actual de operar.

Por si faltara algo, rematar a sus enemigos en los hospitales, va de la mano con rematarlos en las ambulancias de la Cruz Roja.

Es la dinámica delictiva.