Por David Uriarte /

Muchos reducen sus puntos de vista al concepto de bueno o malo, finalmente juicios de valor, lejos queda el análisis juicioso derivado de la información de las partes en conflicto.

Concretamente, en el caso del conflicto entre la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Gobierno del Estado, incluido los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo, y Judicial) y organismos autónomos como la Fiscalía General de Justicia y la Auditoría Superior del Estado.

Mientras se mantuvo tensa la relación, todo parecía un circo romano, una de las instalaciones destinadas a divertir al pueblo, propios y extraños le entraron a la plática y la opinión, tomaron partido como en una pelea de box, unos le iban a la UAS, y otros al Gobierno, unos arropaban a Jesús Madueña, y otros a Rubén Rocha.

Ambos protagonistas se defendieron con todo, a tal grado que tuvo que intervenir la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a través de la Secretaría de Gobernación, ambas partes se disciplinaron y buscaron el camino del dialogo como camino a la reconciliación, motivados por la voluntad de poner fin al conflicto, resignificar su origen y redireccionar la vida institucional de la casa de estudios salvaguardando la autonomía.

En los meses de lucha por privilegiar la razón como tal, se abandonaron los principios elementales de reconciliación que prevé la propia constitución, las vías alternas de solución de los conflictos.

Ahora resulta, que al darse la mano las partes, el público se molesta, bueno, algunas personas entran en conflicto con sus propias creencias, aquellos que querían ver en la cárcel al Rector, brincan encolerizados por la resolución pacífica del conflicto, lo mismo les pasa a los que profetizaban la separación del Gobernador.

Tampoco se puede generalizar, hay universitarios (alumnos y maestros), como hay personal burocrático de los tres poderes de los organismos autónomos, y parte de la sociedad en general, incluyendo gran parte de las más de ciento cincuenta mil familias que están contentas al ver el resultado de las negociaciones entre la UAS y el Gobierno.

Muchos aseguran que se hipotecó la autonomía universitaria, otros dicen que, al medir fuerzas, el gobierno pronostico una lucha estéril, y otros dicen que fue el manotazo de la presidenta lo que definió el rumbo del conflicto.

Sea como fuere, la tranquilidad se recupera al desinflar un conflicto donde todos perdían.

Todos.