Por David Uriarte /
A pesar de todo, los sinaloenses se levantan con el afán de llevar a sus hijos a la escuela, irse a trabajar, desarrollar las actividades propias de sus responsabilidades como ciudadanos de bien, tienen fortaleza ante situaciones adversas, tratan de inyectar esperanza a la familia, ponderan las fechas navideñas como un remanso de paz, a pesar de todo, las personas se sobreponen tratando de superar los tragos amargos del momento.
A pesar de todo, tampoco se puede negar la aflicción social derivada de una realidad que supera con mucho la histórica carga soportada por años, generacional e incrustada como parte de la cultura.
A pesar de todo, la sociedad conserva un mecanismo de defensa y adaptación psicológica que se llama esperanza, esperanza en algo o alguien, esperanza de que esto termine a la brevedad, esperanza que su familia no sea alcanzada por la “mala suerte”, es la esperanza la envoltura de su fe.
A pesar de todo, también hay que reconocer el esfuerzo oficial, la presencia de las fuerzas federales, las gestiones gubernamentales buscando apoyos que mitiguen la ola de violencia y su impacto, esfuerzos evidentes, aunque insuficientes.
A pesar de todo, la vida cotidiana no se dobla, resiste lo que puede, van quedando en el camino daños y dañados, los efectos colaterales son visibles igual que la esperanza de una sociedad cansada, asustada, en algunos casos, harta de más de lo mismo.
A pesar de todo, la ciudad se mueve, hace ejercicio físico colectivo, los gimnasios, los parques y las calles empiezan temprano a recibir hombres y mujeres motivados por su salud, la movilidad peatonal y vehicular empieza a regresar como si nunca se hubiera ido.
A pesar de todo, los árboles de navidad y las posadas se adelantaron en tiempo y en hora, desayunos y comidas colectivas con motivo navideño son el cuadro pintoresco de una sociedad adaptada a las circunstancias.
A pesar de todo, ayer las familias abarrotaron la avenida Álvaro Obregón para presenciar la décima edición del desfile “Sonríe en la blanca Navidad”, el empresario Luis Armando Kuroda, promotor de la fiesta decembrina dedicada a la sociedad en general y a los niños en particular, hizo sinergia con más de veinte empresarios para demostrar una vez más que la magia está en la mente que busca sumar alegrías y la recompensa en las sonrisas y emociones de los niños.