Por David Uriarte /

Martin Seligman, psicólogo estadounidense, se le conoce en el mundo de la salud mental por dos aportaciones: la indefensión aprendida y la psicología positiva.

A la indefensión aprendida, también se le conoce como desesperanza aprendida o impotencia aprendida, el termino se refiere a la condición de los animales irracionales o de las personas, en el caso de las personas, aquellas cuyo pensamiento les indica comportarse de manera pasiva porque suponen que no hay nada que hacer ante las adversidades.

La psicología positiva es otro tema importantísimo cuando se viven condiciones de miedo por la agresión y violencia en la sociedad, es un tema que vale la pena abordar de manera separada.

La sociedad sinaloense, en especial los habitantes de Culiacán, zonas circunvecinas, ciertos poblados específicos, y algunas carreteras, son destinos de inseguridad, incertidumbre, y riesgo alto de perder la vida, la integridad, o los bienes.

Si bien es cierto que los riesgos de la sociedad en general poco o nada tienen que ver con el crimen organizado, son daños colaterales… es estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado, o circular con tu vehículo en el momento que el crimen organizado lo necesita.

Ante los hechos conocidos por los habitantes de Culiacán, o habitantes de los lugares donde se han focalizado los conflictos entre grupos criminales, muchas personas han aprendido a no hacer nada, a tomar la indefensión como refugio o área de confort donde sólo esperan que pase lo que tenga que pasar.

Ese pensamiento pasivo les alivia gran parte de la carga de la ansiedad, desespero, o malestar, ante la realidad de la que no se pueden esconder, la indefensión aprendida termina siendo un estado mental de las personas, donde buscan preservar su vida, sin hacer absolutamente nada, y están convencidas de que no hay absolutamente nada que hacer.

Estas personas con indefensión aprendida, pueden circular por todas partes, están convencidas que no depende de ellas su suerte, salen de sus domicilios convencidas de que va pasar lo que tenga que pasar, si salen en su vehículo, están dispuestas a perderlo, pues ya perdieron la esperanza, que más pueden perder, saben que pueden perder su vida, están conscientes del contexto en que viven, no son retrasas mentales, solo tienen indefensión aprendida.

Es parte del precio de la violencia.