Por David Uriarte /

Una serie de eventos, actividades, o actitudes, son vistos de manera diferente, todo depende de la ubicación del observador.

Mientras los servidores públicos del régimen actual ven en la presidenta una serie de virtudes, los opositores ven en ella otra cosa.

Los admiradores del expresidente López Obrador, sufren por su ausencia, hubieran querido que su periodo se prolongara por mucho tiempo más, sus opositores piensan que debió haberse ido desde antes, o incluso que no hubiese llegado al poder.

Los servidores públicos del sexenio pasado, piensan en un antes y un después, la oposición sufre al ver la continuidad o el segundo piso de la cuarta transformación de loa vida pública.

Los universitarios ven y sienten un acoso gubernamental en los últimos veinte meses, los diputados de la legislatura que se fue, piensan que les faltó más tiempo para concluir con el encargo, ven en la UAS el objetivo de triunfo político, la nueva legislatura, ya se subió al encordado de la discordia, apenas se repartieron las comisiones y se preparan para dar continuidad al conflicto.

El General Secretario de la SEDENA, y el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, piensan que venir y pasearse por las calles de un fraccionamiento, seguidos por un convoy militar parecido a los usados en la guerra de Ucrania, van a convencer a los ciudadanos que no pasa nada. En contraparte, muchos ciudadanos agraviados por las condiciones violentas que precisamente ayer cumplieron un mes de iniciadas, piensan que es una ofensa pasearse por las calles protegidos por la fuerza o capacidad de fuego pagado con los impuestos de los que tributan, incluyendo los sueldos de los funcionarios que exhiben su paso seguro bajo esas condiciones de protección, mientras levantones, secuestros, y violencia en sus múltiples manifestaciones siguen marcando a la sociedad.

Mientras el discurso oficial promueve la realización de eventos masivos, salir a la calle con confianza, mandar a los hijos a las escuelas… algunos comerciantes ya bajaron las cortinas de sus negocios, despidieron a sus empleados, se endeudaron con sus proveedores, están tratando de negociar con las cargas sociales como los pagos al IMSS.

La historia es la misma, balaceras entre grupos criminales, miedo colectivo, depresión comercial y económica, pero unos lo ven de una manera y otros lo ven de otra manera.