Por David Uriarte /
La realidad siempre es obvia hasta que se entiende. En 1994, Luis Donaldo Colosio, el General encargado de su seguridad, su familia, sus amigos, los miembros y simpatizantes de su partido político, tal vez nadie excepto la mente o mentes perversas que fraguaron su asesinato, se imaginaron lo que pasaría ese 23 de marzo.
El 22 de noviembre de 1963, el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, fue asesinado en Dallas Texas, a pesar de contar con el famoso Servicio Secreto. El intento de asesinato de Ronald Reagan ocurrió el 30 de marzo de 1981, el corrió con más suerte y logró salvar su vida, el 13 de julio de este año, el ex presidente de los Estados Unidos y candidato republicano, Donald Trump, fue herido durante un mitin en Butler, Pensilvania.
A pesar de la desconfianza que a veces toca lo paranoico, la seguridad de los personajes de la política, la economía, la farándula, o cualquier ciudadano, se ve vulnerada a tal grado de perder la vida en medio del desconcierto social y familiar.
Las celebridades religiosas no se escapan a las mentes perversas, así lo registra la historia con el intento de asesinato contra el papa Juan Pablo II, el miércoles 13 de mayo de 1981, en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. El asesinato de Juan Jesús Posadas Ocampo, cardenal de la Iglesia católica en México y obispo de Guadalajara, ocurrió el lunes 24 de mayo de 1993.
A veces la imaginación se queda corta al procesar las posibilidades de una muerte violenta de políticos o activistas, excepto la muerte natural, cualquier causa que extinga la vida es penosa, más cuando se pudo prevenir.
Hablar de la muerte y sus tragedias en vez de hablar de la vida y sus virtudes, es un tema que empaña el desarrollo social sano, es una conducta que marca el aprendizaje de las nuevas generaciones, es una costumbre que extingue la capacidad de asombro en una sociedad cuya cotidianidad son los temas de sangre, dolor, sufrimiento e infelicidad.
A pocos les sorprende saber que ciertas empresas de talla internacional ganan un mundo de dinero cada día o cada hora, cada vez menos, sorprende la estadística de que cada día o cada hora, matan, secuestran, extorsionan, o desaparecen a tantas personas.
La bacteria de falta de respeto a la vida ajena, está contaminando cada vez más las mentes de adolescentes y jóvenes.
Por eso pasa lo que pasa.