Por David Uriarte /

La mejor marcha es la marcha a las urnas electorales. Las manifestaciones sociales son el lápiz con el que se dibuja la democracia, perfila en blanco y negro las alegrías y las tristezas de un pueblo resiliente, aguantador, a veces prudente hasta que explota reduciendo su coraje en la boleta electoral.

Los que sienten que la fiesta es la mejor, festejan alegremente, los que sienten que la fiesta les queda a deber, expresan su frustración, las expresiones de alegría o de tristeza son legítimas, lo que no es legítimo son las expresiones de violencia o los encontronazos entre personas o grupos que piensan y sienten distinto, hay que promover la prudencia y el respeto.

Se podrá pensar diferente a los demás, eso no significa ni otorga el derecho al desprestigio o la manifestación violenta a la diferencia, no existe la democracia perfecta, menos si se piensa en términos de un totalitarismo o un fundamentalismo a ultranza.

La democracia toma en cuenta a la mayoría e incluye a la minoría como una expresión de la inclusión necesaria para los equilibrios políticos, en tiempos de pesca electoral, las estrategias pueden sorprender la inteligencia personal, pero nunca a la inteligencia social, excepto si fuese una expresión anarquista, de la cual se debe tener cuidado.

Tarea difícil es levantar al pudiente del asiento confortable, su pereza emana de la idea o la creencia de que no pasará nada, a pesar de tener la lumbre de la realidad debajo de su asiento, no salen a votar, ese día lo toman de asueto, se van a su casa de campo, de compras al extranjero, o simplemente no salen porque hace mucho calor y no están acostumbrados a esperar o hacer fila.

Históricamente, los mexicanos excepcionalmente rebasan el umbral del cincuenta por ciento a la hora de ir a las urnas, en el pecado llevan la penitencia, aquellos que se quejan del régimen político son precisamente en su gran mayoría los que no salieron a votar, los que son buenos para criticar, denostar, o expresar sus inconformidades en la ventanilla equivocada, la ventanilla correcta para expresar alegrías y tristezas se llama urna electoral.

Todas las marchas tienen una justificación, buscan promover o eliminar, promover la paz, la democracia, la seguridad, el respeto, la salud, la educación, o bien eliminar o erradicar la violencia, el autoritarismo, la inseguridad, la enfermedad, la ignorancia y todo aquello que lastime a la sociedad.