Por David Uriarte /

Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública; Emilio Lozoya Austin, exdirector general de Petróleos Mexicanos; Jesús Estrada Ferreiro, expresidente municipal de Culiacán; y Luis Guillermo Benítez Torres, expresidente municipal de Mazatlán.

Los dos primeros exfuncionarios federales, el primero, uno de los hombres más poderosos políticamente hablando en el sexenio de Felipe Calderón; el segundo, hombre cercano a Enrique Peña Nieto.

En el ámbito local, Estrada Ferreiro, expresidente municipal de Culiacán, se decía que era cercano a los afectos del presidente López Obrador… lo mismo se decía del Químico Benítez, que era hombre de izquierda, incluso presumía amistad con el primer mandatario.

A la vuelta de algunos años, García Luna enfrenta un proceso en Estados Unidos, y Emilio Lozoya sigue encarcelado en México; ambos enfrentan cargos relacionados a la corrupción y desvío de recursos.

En Sinaloa casi igual, Estrada Ferreiro, acusado de delitos que no le han podido probar, su caso ha rebotado entre la justicia estatal y federal, según sus declaraciones se ha descapitalizado, y aunque se siente seguro de ganar los juicios, todo indica que, de ser así, los tiempos no le darán como para regresar de nuevo a gobernar la capital de Sinaloa, aunque puede haber sorpresas.

El caso del “Químico” Benítez apunta a una deuda millonaria que de ser cierto lo pondría en serios aprietos y con el riesgo inminente de pisar la cárcel.

Mientras disfrutaban las delicias del poder, sus pasos y sus miradas imitaban la arrogancia de los artistas de Hollywood, lucían como estrellas del paseo de la fama, jamás pensaron o se imaginaron que su destino podría ser la perdida de la libertad y en gran medida el descrédito social.

Si lo contrario a lo blanco es lo negro, lo contrario a las delicias del poder es la amargura del poder. Perder el poder es una cosa y perder la libertad es otra… después de la vida y la salud, la libertad es uno de los bienes más preciados del humano; perder la tranquilidad, vivir la incertidumbre de los litigios, sentir el miedo por la posible detención en cualquier momento, significa no vivir feliz.

El precio de lo que en un tiempo fue el poder absoluto, se ha convertido en una zozobra familiar, el tiempo de la revancha política forma parte del libreto de la puesta en escena del poder político de cualquier gobernante, así lo describe la historia una y otra vez.