Por David Uriarte /

La consulta a la militancia y simpatizantes de MORENA para después encuestarla y determinar quién será el coordinador o coordinadora de la defensa de la 4T, es un ejercicio de doble filo, por un lado, pone a prueba el liderazgo del presidente López Obrador, y por otra parte pone a prueba la prudencia, tolerancia y respeto que se profesan los “hermanos” del Presidente.

De manera abierta y pública López Obrador sostiene que Claudia, Marcelo, Adán, Ricardo, y Gerardo, son sus hermanos, los pone a contender para ver desde su palacio el comportamiento político de ellos y la sociedad, de alguna manera les dice -no es lo mismo estar en una oficina confortable, a torear las altas temperaturas, organizar los eventos, soportar los reclamos, responder a los aplausos o abucheos de los convocados o infiltrados-.

El discurso, la respuesta de las organizaciones convocadas, el trabajo local de los organizadores, y la respuesta de la oposición, está siendo evaluado día a día, son setenta días de oportunidad y cinco millones de presupuesto con lo que cuentan los hermanos del Presidente para superar la primera prueba, esto avizora dos cosas: un grado de resentimiento entre ellos al final de la prueba, y la distribución de los premios de consolación a los perdedores.

Los resultados de la contienda interna incluyen un ganador y cuatro perdedores. Los grupos al interior del movimiento, es decir, los miembros y simpatizantes de morena tienen su “corazoncito”, sus preferencias o simpatías que van a defender, al final de la primera prueba, habrá por lo menos cuatro o cinco grupos decepcionados, aquí es donde se va a demostrar el verdadero liderazgo del presidente y su capacidad para regenerar al tejido partidista, para volverlo a incorporar a los simpatizantes perdedores o no favorecidos con el resultado de la encuesta.

Aunque el padre o el hermano mayor le sobe la espalda y le seque las lágrimas al hijo o hermano que se siente agredido, agraviado, o desplazado por otro hermano, y le consuele con promesas dulces, su resentimiento o malestar emocional está presente.

Poner a contender a los hermanos puede ser un ejercicio de verdadera democracia, los resultados pueden dejar resentimientos eternos que debiliten la verdadera unión de la familia, los pleitos ni ganados son buenos, y entre hermanos: menos.

A veces es mejor un mal arreglo que un buen pleito.