Por David Uriarte /
Los asuntos inconclusos en la vida de cualquier adulto no son novedad, tampoco es novedad que, en cada régimen de gobierno, las administraciones dejen muchos asuntos inconclusos.
Las áreas socialmente sensibles como la seguridad, salud, economía, y educación, vienen arrastrando deficiencias prácticamente desde siempre.
Las relaciones internacionales especialmente con los Estados Unidos siempre están salpicadas de recomendaciones o restricciones para los estadounidenses, su gobierno les invita a abstenerse de visitar ciertos lugares turísticos o ciertas ciudades, o transitar ciertas carreteras de México, para todos, nacionales y extranjeros, la seguridad es primero.
La seguridad pública es un asunto inconcluso en México desde hace muchos sexenios, es decir, no es propio del régimen actual, las promesas, tácticas, técnicas, proyectos, programas, e intenciones, son una preocupación latente para el gobierno y la sociedad.
Otro asunto inconcluso es el tema de la salud pública en México, gobiernos van y gobiernos vienen y los problemas con la seguridad laboral de gran parte de los trabajadores del sector salud, siguen persistiendo.
Dos temas van de la mano, la seguridad en el trabajo, y las precariedades en los servicios e insumos hospitalarios, desde la falta de reactivos químicos en el laboratorio, hasta la descompostura frecuente de los aparatos de imagenología, pasando por el ya conocido desabasto de medicamentos.
Tema eternamente inconcluso en cada gobierno, es lo relativo a la economía de las familias mexicanas, entre la estrechez de los salarios y la voracidad de la inflación, muchas familias viven crónicamente endeudadas, incluso, el tema de la economía es factor relevante cuando de inseguridad y violencia se habla.
Asunto inacabado es el de la educación, entre los conflictos laborales y sindicales, más la forma de exponer los contenidos de las unidades de aprendizaje, son mezcla perfecta para establecer una brecha cada vez más amplia entre la educación pública y privada.
Los asuntos inconclusos de un gobierno son una cosa, y los conflictos transexenales que sufre la sociedad son otra cosa; no importa el color de la silla que gobierna, lo que importa es el bienestar de la sociedad, asegurar la paz y tranquilidad, un sistema de salud suficiente y eficaz, una economía digna, y una educación científica.