Por David Uriarte /
Los ciclos se traslapan, mientras hay partidos políticos cuyo ciclo se terminó y no se han dado cuenta, otros partidos apenas inician su carrera rumbo al destino trazado por ellos mismos y las circunstancias que les tocó vivir.
La fortaleza del PRI durante tres cuartos de siglo fue su corporativismo, su ciclo se terminó y los tropiezos aparecieron con la llegada del siglo XXI y el arribo del PAN al poder presidencial; desde la década de los ochentas, el PRD amenazaba con romper el monopolio del poder político y se enredó con sus liderazgos radicales y la semilla de MORENA que sembró desde entonces el hoy presidente López Obrador.
La semilla de MORENA inició su ciclo en tierra fértil, en el descontento social, en el hartazgo del corporativismo, y la duda en las instituciones que arbitraban los procesos electorales. MORENA surge como los brazos cálidos que la sociedad agraviada y pobre necesitaba para calmar el frío de la insolencia de un sistema político per se avasallador, el nuevo partido político hace sinergia con el liderazgo natural de su creador y las escisiones propias de todos los partidos políticos que aruñaban el botín de los bienes nacionales transformados en oportunidades de unos cuantos.
Casi al mismo tiempo, se estructuraba la idea de Héctor Melesio Cuén Ojeda en Sinaloa con la creación de un partido local emergente, el Partido Sinaloense. El PAS de alguna manera es a los sinaloenses, lo que MORENA a los mexicanos, una esperanza real para cambiar el rumbo y destino de una sociedad empobrecida y vilipendiada por los partidos políticos y los gobiernos en turno.
La fortaleza de un partido político está en su base, en la comunidad que construye bajo un mismo principio y mismos ideales. Lo que distingue al PAS de los demás partidos es una sola cosa: su compromiso social. Para muestra un botón, ¿Cuál fue el partido que el mismo día de la tormenta que azotó Sinaloa, fue al encuentro de los damnificados? Sin duda el PAS, es cierto que instituciones gubernamentales hicieron lo propio, sin embargo, la presencia de los partidos políticos como tal se diluyó en discursos, excepto el PAS que transformó el dicho en hechos.