Por David Uriarte /

La sabiduría de la naturaleza exhibe la mano del hombre como especie y sus intenciones. Bastaron dos días de lluvias en Sinaloa para que aparecieran una serie de calamidades que estaban escondidas debajo de obras públicas y privadas.

Las obras privadas demostraron literalmente de que están hechas, las obras públicas mostraron que lo bonito de los acabados es una cosa y la resistencia estructural y su garantía es otra cosa.

Un drenaje pluvial desfasado volvió a expulsar las tapas de las alcantarillas, una lluvia pertinaz reblandeció capas de asfalto cuya compactación y calidad quedó en evidencia, escuelas dañadas por la humedad, infraestructura de servicios públicos fatigada, son las constante cuando los fenómenos meteorológicos asoman su rostro a la sociedad.

Los servicios de salud saturados, las llamadas al 911 incrementadas, la Secretaría de Seguridad Pública Municipal coadyuvando con los servicios de vigilancia y rescate; las ambulancias de la Cruz Roja trasladando pacientes a los hospitales y a sus propias instalaciones, el cuerpo de Bomberos rescatando personas de las afluencias de ríos y arroyos, Protección Civil alertando a la población, el Servicio Meteorológico Nacional brindando información minuto a minuto a la población y los gobiernos… en fin, una movilización de la sociedad y del Gobierno derivado de una lluvia atípica en Sinaloa.

Septiembre es el “mes de la Patria” y de las lluvias, la temporada de ciclones siempre pone más que en alerta a la población, la pone en un estado de indefensión, y a los gobiernos los pone a prueba.

La solidaridad de la iniciativa privada y de instituciones como la Universidad Autónoma de Sinaloa, es un respiro que no logra resolver las carencias derivadas de la magnitud de la adversidad social, sin embargo, esto es año tras año.

Esperemos que las buenas diligencias de los gobiernos actuales logren resolver de fondo las carencias de infraestructura urbana y suburbana.

Si se aplica la cláusula de garantía en las obras, los gobiernos tendrán de los contratistas un respiro en sus finanzas, y la sociedad verá en la administración publica un aliado solidario.