Por David Uriarte / 

Las personas aprenden a mentir, así como aprenden otras cosas… La cultura las envuelve construyendo conductas dolosas, lo más reciente: mentiras en el ámbito deportivo.

En las entrevistas a los líderes o responsables del deporte en México, se pueden escuchar de manera evidente una serie de mentiras, la manera olímpica de mentir diciendo que fue un éxito la participación de la delegación mexicana en Tokio 2020 cuando en el medallero, México ocupó el lugar 84 con cuatro medallas de bronce.

Esto hace que muchos mexicanos sigan creyendo que México hizo buen papel en las olimpiadas, los números no mienten, tanta parafernalia para 4 medallas de bronce envueltas con la leyenda típica “lo importante no es ganar, sino competir”.

En la política partidista nacional pasa lo mismo, todos los líderes dicen que ganaron el pasado proceso electoral del 6 de junio, el colmo del cinismo fue la declaración de Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI quien aseguró que su partido había sido el ganador cuando los números no sólo lo contradecían, sino que lo evidenciaban como un vil mentiroso.

Si alguien pretende engañar a los mexicanos diciendo que hoy estamos mejor que antes, refiriéndose al régimen político neoliberal o conservador, sólo hay que ver los números del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), según estos datos, del 2018 a la fecha, el número de personas en situación de pobreza aumentó en 3.8 millones de personas.

Mentiras y más mentiras con la fantasía de que “una mentira contada mil veces, llega a convertirse en verdad”, otra mentira más.

Las víctimas de la violencia muestran una pendiente ascendente, aunque se diga lo contrario, el número de infectados, enfermos de la Covid-19, hospitalizados, complicados y fallecidos… es otra realidad que empaña el destino de México, aunque todos los días se escuche desde Palacio Nacional frases y palabras como: “estamos saliendo de la crisis” o “vamos bien”.

Aprender a mentir es una cosa, y aprender a ser ingenuos otra, lo que más agrede a la inteligencia es tener en una mano la realidad y en otra la ilusión construida por la mentira.