Por David Uriarte /

La conducta está repleta de emociones, unas responden a los impulsos y otras a las razones. Sabemos que hay emociones placenteras y no placenteras, también sabemos que las emociones están conectadas a la amígdala cerebral y a otra parte del cerebro llamada hipotálamo.

El nombre de las estructuras cerebrales es lo de menos cuando una sociedad está convulsionada por delitos de alto impacto como los homicidios dolosos, secuestros, extorsiones, feminicidios y tantas conductas derivadas de un cerebro enfermo que hace personas analfabetas emocionales.

El analfabetismo emocional tiene su espectro, es decir, no es binario, por eso hay personas rescatables a través del aprendizaje, otras de plano necesitan un tratamiento farmacológico especializado, más años de psicoterapia sin que esto garantice su rehabilitación.

El analfabetismo emocional se percibe en el lenguaje al cosificar a las personas, en la conducta al no respetar las diferencias de pensamientos y sentimientos, en los impulsos descontrolados que se transforman en agresión y violencia, en conductas antisociales cuyos límites tocan el borde del homicidio y la crueldad.

El analfabetismo emocional se puede resumir, clasificar o categorizar en dos tipos: analfabetismo emocional derivado de un daño estructural o funcional del cerebro, y analfabetismo derivado del aprendizaje social.

En el primer caso, las personas necesitan una valoración diagnóstica, un abordaje terapéutico farmacológico y psicoterapéutico sustentado en la evidencia científica de que la corteza prefrontal está dañada, el estudio se llama tomografía computarizada por emisión de fotones individuales (SPECT), es un estudio de medicina nuclear que observa directamente el flujo sanguíneo del cerebro e indirectamente su actividad metabólica. Este estudio se realiza en las principales ciudades de Estados Unidos y el pionero es un neurocientífico de nombre Daniel G. Amen, cuya residencia está en San Francisco California.

En el segundo caso, si el analfabetismo emocional es producto del aprendizaje, hay que trabajar en el “desaprendizaje”, construyendo un nuevo modelo de paradigma en la vida de relación.