Por David Uriarte /
Muchos políticos ya hicieron zanja entre Culiacán y la Ciudad de México: amarres, línea, negociación o como se le llame, es lo que hacen los políticos sinaloenses en búsqueda de la bendición de “ya saben quién”.
Exdiputados federales, exsenadores y todos los ex que se interesan por volver al carro de la política electoral y la administración pública, más los actuales, más los dirigentes o líderes de los partidos políticos, tratan de amarrar en lo local y en lo nacional.
Mientras ellas y ellos hacen zanja en búsqueda de los apoyos para transitar en la jornada electoral, muchos principiantes construyen veredas con la idea de que la ciudadanía quiere rostros nuevos, entre ellos, profesionistas, empresarios, agricultores, juniors y aficionados de las políticas públicas, enfilan sus pasos a las colonias o lugares donde pretender dejar su marca.
En cambio, los ‘colmilludos’ de la política saben que las manos que mecen la cuna de la “democracia participativa”, hoy más que nunca radican en la Ciudad de México, eso no obsta para sumar las fuerzas políticas y los liderazgos locales.
Buscas a Jesús Valdés y resulta que está en la CDMX, buscas a Cuén y anda a en la CDMX, preguntas por Sergio Torres y anda en México; no se diga Mario Zamora, Rubén Rocha, Imelda Castro o Alfredo Villegas. Lo mismo ocurre, pero en menor proporción con otros actores políticos de bajo perfil pero con las mismas intenciones.
En este mes se acomodan y se alinean los protagonistas del juego de las estrellas, en un mes tendremos claro más que aspiraciones designaciones, el poder sin democracia es dictadura, por eso la seducción del juego político.
Ir y venir a la Ciudad de México es someterse a la disciplina partidista y al orden de los grupos de poder, la diferencia entre los partidos nacionales y locales es que los segundos mantienen su liderazgo territorial en una circunscripción más que definida, controlada.
El control de los partidos nacionales es relativo en tanto el liderazgo se dispersa y a veces no alcanza su objetivo. Ojalá que la zanja entre Culiacán y la CDMX, resulte en algo bueno para los sinaloenses, y que las veredas se conviertan en caminos.