Por David Uriarte /
Una cosa es salir de casa rumbo al trabajo porque la actividad es esencial, y otra cosa es no querer quedarse en casa en franco desacato a la autoridad.
Las justificaciones son múltiples, desde el aburrimiento, el pretexto de ir por víveres, incredulidad en la pandemia, o franco conflicto con la figura de autoridad.
Cumplir con el deber es lo esperado, personal de salud, de seguridad pública, protección civil, sector financiero, energéticos; alimentos, mensajería, refugios, telecomunicaciones, servicios funerarios; aeropuerto, puertos, ferrocarriles, conservación y mantenimiento de infraestructura; y todos los señalados por la autoridad sanitaria, deben seguir su curso con las medidas de cuidado.
¿Qué sucede con las personas que no quieren obedecer la disposición y en franco reto a la autoridad salen a la calle? Como dijera el subsecretario López-Gatell, estas personas y sólo éstas, cursan con un conflicto no resuelto con la figura de autoridad.
Las primeras figuras de autoridad son los padres o tutores, aquellos que intentaron direccionar la conducta de los infantes. Entre la ausencia de normas, orden, disciplina y límites; y el exceso de control, manipulación, rigidez y violencia de las figuras de autoridad en el núcleo familiar, se construye la personalidad sana o resentida.
Las personas sanas se adaptan. Las personas resentidas producto del rechazo, abandono, injusticia o humillación, lo manifiestan en su conducta.
Cada quien sabe su origen, conoce sus carencias incluyendo los cuentos que se inventa al decir que “él no tiene problemas con su niñez, mucho menos con sus padres a quienes ama mucho”.
Hoy, en la adultez, las heridas de la niñez impregnadas por una combinación de abandono, rechazo, injusticia o humillación, en cualquiera de sus presentaciones, hacen de la persona la expresión de la inconformidad y la confrontación crónica.
La desobediencia a la autoridad es la manera simbólica de revelarse al pasado, es corretear la sombra del sufrimiento en búsqueda de respuestas que nunca llegarán. Estas personas niegan su pasado y les da coraje que se los recuerden o lo asocien con su conducta de desacato a la autoridad. Bendito inconsciente.