La genética de los sinaloenses es un reducto donde los decretos y la política de estado no penetran. No es que los sinaloenses sean tontos, retrasados mentales, caídos de la luna o tengan una sabiduría especial… es que algo pasa en la estructura molecular de su material cromosómico que los hace distintos, tercos dirían unos, obsesivos, demandantes, impulsivos; vulneradores de los derechos de los demás, incumplidos de las normas sociales, corajudos, imprudentes, inestables, y muchas características psicológicas más. Que, al mezclarse con el aprendizaje sociofamiliar, atenúan o aumentan estas características; aquí es donde juegan un papel importantísimo los padres y la crianza.

Por fortuna, no todos los sinaloenses arrastran la misma carga genética, ni comparten la misma subcultura. En los planos internacionales siempre han destacado los sinaloenses por sus productos o servicios; en tiempos de pandemia, no es la excepción.

Los sinaloenses no se infectan más de coronavirus porque tengan su sistema inmunológico dañado, se infectan porque tienen más exposición al virus, es decir, no acatan la norma sanitaria institucional tan conocida y difundida entre la sociedad: “Quédate en casa”.  Por eso, del total de casos confirmados, el 20% son trabajadores del sector salud, esto confirma la hipótesis de que “entre más contacto se tenga con los contagiados, más riesgo de enfermarse”.

Es entendible que el personal de salud esté en contacto con pacientes infectados, su trabajo es atender enfermos de todo tipo, pero ¿cómo entender los contagios por la terquedad de no obedecer el distanciamiento y el aislamiento social?

El 28 de febrero se diagnostica el primer caso de COVID-19 en Sinaloa, el Secretario de Salud en conferencia de prensa afirma: “En Sinaloa estamos listos y preparados para atender estos casos”. A lo mejor el sector salud sí está preparado para la contingencia sanitaria, pero ¿qué tan preparados están los sinaloenses para obedecer las disposiciones legales del caso?

Por eso, un sinaloense sólo se parece a otro sinaloense. Ni modo, los genes son los genes, y los aprendizajes son los aprendizajes.