Por David Uriarte  /

A 132 días del 17 de octubre del año pasado, vuelven a sonar los tiros en Culiacán. La nota policiaca tuvo mucha cobertura, prácticamente en tiempo real estuvieron transmitiendo los noticieros locales y estatales, hoy los medios impresos y digitales describen de manera amplia lo acontecido como a las 2:30 de la tarde de ayer 26 de febrero.

Hay otro análisis psicológico y sociológico de los hechos violentos, el miedo de la ciudadanía en general, y en especial el miedo de aquellos que saben o sospechan de las actividades ilícitas de sus vecinos.

Los domicilios de los delincuentes están dispersos por todas partes, colonias marginadas, privadas, residenciales, edificios de departamentos, casas de seguridad… y por supuesto, las armas necesarias para hacer frente a cualquier contingencia entre iguales o entre las fuerzas del orden público cualesquiera que sean las siglas.

Viudas, huérfanos, y padres destrozados del alma, es la estadística que no se quiere rendir, no logra bajar, menos desaparecer.

Detrás de las conductas sociopáticas existen dos condiciones: el dinero y la mente criminal. Las historias como la de Pablo Escobar en Colombia, y las inspiraciones de NETFLIX en los narcos de México, tienen como sello distintivo, armas, poder, dinero, mujeres y drogas.

La fuerza letal del crimen organizado es indiscutible, el poder de corrupción y de influencia en áreas estratégicas consolida su poderío; la capacidad de compra es al contado, es decir, no piden fiado y pueden comprar casi cualquier cosa: bien o servicio.

Por alguna razón poco estudiada científicamente, pero evidentemente asociada al poder, el tema de las mujeres jóvenes, bellas y esculturales en su mayoría, siempre o casi siempre está presente cuando de dinero, poder y criminalidad se trata.

Callar los temas no significa que no existan, analizarlos implica describir una realidad que en estos casos duele socialmente, genera miedo, atemoriza a la población que se encuentra en medio del fuego cruzado, y pone en riesgo la vida y la integridad de miles de inocentes.

Ayer fue la enésima llamada a una sociedad que se resiste al igual que las autoridades a entender que detrás de los tiros hay negocio, enfermedad y muerte.