Por David Uriarte / 

 

A punto de cumplir 61 años, el médico José Manuel Mireles Valverde, en su momento líder de los Grupos de Autodefensa Comunitaria en Michoacán, preso por los delitos de posesión de armas en el 2014 y absuelto en el 2017; hoy subdelegado del ISSSTE en su estado natal, no pudo guardar las formas y le ganó la emoción al llamar “pirujas” a las mujeres sin contrato matrimonial y beneficiarias del servicio médico.

Si bien, es cierto que una raya más no se le nota al tigre, pero de tantas rayas el tigre puede perder su identidad. Siempre hay algo detrás de las palabras, en este caso parece “pus”. Todo indica que detrás del discurso de Mireles hay misoginia, se advierte una especie de odio al hecho de no legitimar jurídicamente la unión matrimonial, aunque la propia ley contempla la figura del concubinato.

De inmediato el subdelegado de la institución de salud en Michoacán dio reversa y ofrece disculpas por haber dicho lo que realmente siente y no pensó. En su discurso grabado como evidencia de su ideología de género, Mireles no sólo truena contra las “pirujas” al referirse a las parejas del derechohabiente, sino que muestra su animadversión por la posibilidad de que atiendan al novio de los hijos del derechohabiente o la novia de las hijas del derechohabiente en una franca homofobia.

El luchador y activista de las causas del pueblo necesitado y oprimido, también tiene su corazoncito donde guarda sus rencores y miserias emocionales. Es de humanos equivocarse y de sabios reconocer, sin embargo, el médico Mireles reconoce su exabrupto político, sin que eso signifique que cambia de opinión o que piensa diferente. Parece que el pus de las ideas sólo se transformó en palabras “desafortunadas” cuyo significado representa su verdadera identidad.

Es injusto cargarle todas las equivocaciones de su gente o servidores públicos al presidente López Obrador, es aquí donde las feministas de MORENA seguramente habrán de manifestar su inconformidad y probablemente pedirán su destitución, si no, serán cómplices de lo que critican. Lo de Mireles confirma la hipótesis de que no es lo mismo criticar que ser gobierno.