Por David Uriarte /

A 55 años de la matanza de los estudiantes en Tlatelolco, aparte de discursos, marchas, protestas, plantones, entrevistas, libros, revistas, y conferencias ¿Qué más ha pasado? Si los hechos ocurridos hacen más de medio siglo en México no construyen conciencia en la población y el gobierno, entonces los hechos solo son historia.

Hay dos actores importantes en esta historia, el pueblo y el gobierno. El pueblo que debe aprender de un gobierno, y el gobierno que debe aprender del pueblo… no es un juego de palabras, es la lógica elemental de aquellos que están en el gobierno gracias al voto del pueblo, y el pueblo que a veces se equivoca al elegir a su gobierno.

Las armas no se disparan solas, alguien tiene que accionar el gatillo, las acciones de represión siempre son producto de una mente que piensa en su idea como la mejor opción, excepto que tenga una mente criminal donde el dolo es producto de su enfermedad mental.

La diferencia de aquellos jóvenes del 68 y los de hoy son 55 años, en ese tiempo han pasado muchas cosas, la memoria histórica empieza a desvanecerse víctima de otros acontecimientos políticos parecidos, ahí está el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Hay dos variables que se repite en los hechos violentos donde se asocia al Estado represor y sus víctimas: la adolescencia de las víctimas y su condición de estudiantes.

Los ideales de cualquier tipo tienen una resonancia mayúscula en un cerebro adolescente, en un cerebro impregnado de testosterona donde el ímpetu se transforma en acción y el miedo sucumbe bajo la mezcla del impulso biológico de la edad, y el impulso psicológico de los ideales aprendidos generalmente en el aula.

Las fechas bañadas por la sangre siempre serán recordadas de manera ambivalente: los simpatizantes, sobrevivientes y familiares de las víctimas, siguen pensando en la legitimidad de la postura ideológica enarbolada en ese momento; los representantes de las instituciones encargadas de la represión y el crimen siguen pensando igual. Los represores manuales se justifican diciendo que sólo cumplen ordenes de sus superiores, y los represores intelectuales se justifican diciendo que primero está la seguridad nacional.

El 2 de octubre no se olvida en el grupo cuya ideología sigue siendo igual que entonces, a 55 años ¿Cómo lo ven los jóvenes de hoy?